DIBUJANDO EL FUTURO

 





  DIBUJANDO EL FUTURO


Cuento Corto


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Yolanda García Vázquez 


Derechos reservados 


España




El ser despertó de su sueño como si hubiera dormido una eternidad.

Se sentía muy ligero, pero todavía no entendía del todo dónde se encontraba.  Solo sabía que tanto el dolor físico como el emocional habían desaparecido, al igual que el temor y la incertidumbre, que en su estado anterior tanto lo habían mortificado.


Todo era diferente ahora. Nada le pesaba, y nada le dolía.


Se percibía a sí mismo como un ente muy pequeño y al mismo tiempo, muy grande. Su capacidad de comprensión era infinita ahora, aunque la naturaleza del lugar donde se encontraba era nueva para él, no obstante, se adaptó rápidamente a su nueva situación, pues las sensaciones que sentía eran muy agradables.


También percibía como si su conciencia se hubiera expandido y ahora pudiera viajar a donde quisiera. Notó otras energías similares a su lado, y aunque aún no se habían comunicado con él, percibió vibraciones muy altas y positivas.  Eso lo hizo feliz.


Instantáneamente después de comprender esto, asimiló también las características de aquel lugar,

y aunque en su vida corpórea se había imaginado de mil formas aquel lado, nunca creyó que se sentiría tan vivo al llegar allí.

Era como si todo su "yo" hubiese estado anhelando ese lugar, y también como si no hubiera otra forma de existencia plena fuera de allí. 

Las respuestas surgían de su propio interior y era asombrosa su capacidad de percepción. 

También de esta forma entendió cuál debería ser su primera misión.


Sonrió satisfecho.


Sería maravilloso volver a verle.



 **************



Liverpool (Inglaterra)

Años 50


En algún lugar del bosque...


Era una tarde cualquiera a finales de la década de 1950.  El sol descendía perezosamente sobre los bosques de Liverpool como si se negara a bajar a descansar. Un poco más alejado, el puerto, recordaba a los turistas que aquella era una ciudad de marineros y emigrantes irlandeses, donde los sueños tomaban forma al mezclarse las lágrimas de sus habitantes con los vapores que dejaban los barcos en los muelles.

Pero en la campiña la frustración era otra cosa, pues allí se mutaba en una especie de belleza que engrandecía los corazones y contribuía a la ancestral creencia de que todo era posible si se deseaba con fuerza. 


Y precisamente aquella tarde, en aquella hora, en aquel lugar, había un silencio tan puro en el ambiente, que parecía como si el tiempo también necesitara esconderse para soñar. 

En el bosque más cercano a la antigua escuela, la suave brisa primaveral danzaba con las hojas de los árboles como si de un hada se tratase. No muy lejos de allí, desde un pequeño páramo, un arroyo cristalino fluía mansamente.

Debajo de un viejo roble, un niño lloraba consternado, siendo la excepción en aquel reino de hermosura. 


Era un chico delgado, de cabello lacio color castaño, algo pecoso y con una expresión muy tierna en el rostro.

Sentado en el suelo y con la cabeza agachada, gimoteaba desconsolado.

Su mochila abierta revelaba algunos libros y lápices de colores. Ese día había salido de la escuela antes de tiempo porque el maestro lo había expulsado de clase después de pegarle con fuerza en las palmas de las manos. La razón era tan simple como injusta:


 "Dibujar guitarras durante las horas de clase".


Ya lo habían advertido, pero no podía evitarlo, porque desde que se recuperó de una grave enfermedad meses atrás, este extraño y nuevo artilugio lo había poseído por completo, y no tenía nada en mente más que convertirse en un buen guitarrista. "¡Estudia, muchacho, estudia!", le decían en casa y en la escuela, pero él solo pensaba en su guitarra y tal era su obsesión, que incluso la dibujaba en su cuaderno cuando el profesor de matemáticas daba su lección.


"Nunca llegarás a ningún lado, si sigues así, muchacho", le decían los profesores.


Tampoco brillaba mucho en los deportes, ya que siempre terminaba rodando por los suelos pensando en su guitarra.  La culpa era de Chuck Berry, y de Elvis Presley, o de cualquiera de aquellos locos maravillosos que se escuchaban por la radio, porque desde que los había descubierto, su vida había cambiado por completo.


Y por eso estaba tan distraído en clase.


Aunque nunca le habían pegado tan fuerte. Ese maestro le tenía manía. 

¡Oh, cómo le dolían las muñecas!

Lo había golpeado con rabia.

Últimamente le pasaba de todo.

Nadie le comprendía, sólo mamá y algún amigo; bueno, y también estaba Paul, que también tocaba la guitarra, pero era un año y medio mayor que él, y le costaba entenderse con él, porque solo hablaba de chicas, y parecía tener muchos años más. Era muy alto, y él, que aún no había dado el estirón, parecía el "hermanito" de Paul.  Por eso, últimamente procuraba estar más tiempo solo, y también para dedicarse por completo a su guitarra, aunque era consciente de que también estaba algo deprimido.


Se sonó la nariz y se secó las lágrimas. Pensó en su madre, con el delantal puesto y preparando la merienda, y en cómo le gustaría ir a su regazo para que ella pudiera consolarlo; pero no, no debería ir, porque de lo contrario nunca se convertiría en un hombre, y toda su vida lo llamarían "el hermanito de Paul ".

Debía resistir y consolarse él mismo.

Chuck Berry habría actuado igual, estaba seguro.

Así que por mucho que le costara, a él nadie lo iba a ver llorando; Se lo había prometido a sí mismo.

De repente recordó que ese día mamá había hecho tarta de arándanos para celebrar el día de San Patricio, y había invitado a tomar el té a los nuevos vecinos, cuya hija tenía la misma edad que él y era muy bonita.

Ya tenía la edad en la que empezaba a fijarse en las chicas, pero no se atrevía a hablar con ninguna, por culpa de su innata timidez, aunque su nueva vecina parecía una niña algo especial.  


Miró su reloj y respiró aliviado, porque todavía tenía tiempo de ir a casa antes de que terminara la merienda;  pero no, no quería que lo vieran en ese estado, con los ojos enrojecidos y las muñecas hinchadas. Mamá iba a hacer muchas preguntas y él se vería obligado a confesar la verdad y se sentiría muy humillado frente a aquella chica.

No, no volvería a casa hasta que los vecinos se hubieran marchado. 


Así lo decidió, pero el recuerdo del hogar y de sus padres hizo que las lágrimas volvieran a rodar por sus mejillas y esta vez más desconsoladamente.

El niño lloró y lloró bajo las ramas de aquel viejo árbol, mientras el paisaje se iba tornando de color rojizo. 

El sol seguía cayendo lánguidamente sobre el bosque  proyectando un lienzo de exultante belleza, pero el niño estaba tan absorto en su desdicha que no percibió el ruido de unos pasos acercarse a él lentamente.


Alguien se dirigía hacia donde estaba el chico, alguien que se había conmovido profundamente por sus lágrimas. Era un hombre alto y delgado, que parecía estar algo desubicado en aquel lugar.

Sobre las ramas del roble se acababan de posar unas golondrinas que observaban curiosas el escenario campestre.

Parecía como si las aves viajeras, presintiendo "algo", hubieran detenido su vuelo para presenciar un insólito espectáculo.

El silencio, cada vez más intenso, sólo era roto por los ecos de la delicada melodía que derramaba a lo lejos el arroyo.


Cuando el extraño llegó hasta el niño, lo miró con expresión enigmática. 

Para él fue como zambullirse en un lago de interrogantes sabiendo de antemano que solo había una sola respuesta. 


En algún lugar del infinito dos extremos se tocaban, y reflejaban en la Tierra la solución a todos los enigmas; 

Pero allá abajo todo parecía más espeso e ininteligible, pues las emociones obstaculizaban la comprensión. 

¡El mundo material era una cosa tan pequeña...!


El hombre después de un largo silencio preguntó:

- ¿Por qué lloras, muchacho?


El niño levantó la cabeza sorprendido y observó al extraño a través de sus lágrimas.

Era un hombre de mediana edad. Debía ser forastero, pues nunca lo había visto por allí, pero parecía una buena persona. Algo en su mirada le decía que podía confiar en él, y aunque era un desconocido para él, algo en su rostro le recordaba a alguien, pero no sabía a quién.


- ¡Oh, señor! Me golpearon en la escuela - dijo con pesar 

- ¿Quién?  - preguntó el hombre preocupado

- El maestro, por dibujar guitarras y por no prestar atención.


El hombre tragó saliva visiblemente emocionado


- … Y ¿porqué dibujas guitarras en clase?

- Porque las amo ... - dijo el niño tratando de contener su llanto

- Bueno, puedes dibujarlas en casa para que no te castiguen...

- Lo sé, pero no puedo evitarlo ... - respondió el muchacho compungido 


El extraño sonrió y lo miró con ternura


- Ok, en ese caso, debes afrontar las consecuencias.

- Sí, pero me siento mal.  No solo por las manos, y el castigo, sino también por esto ... - y se tocó el pecho con angustia - Me duele el alma. A veces quisiera ser invisible.


El desconocido asintió comprensivo


- Sé cómo te sientes y no eres el único.  A mi me pasó muchas veces …


El chico abrió sus ojos sorprendido


- ¿En serio?

- Si ... pero por favor continúa 


El niño continuó, aliviado de que alguien se preocupara de sus problemas.


- Bueno, pues me siento incomprendido, en casa, en la escuela, en todas partes,  y aunque mis padres son buenos, creo que no están contentos conmigo, sobretodo desde que empecé a tocar la guitarra, porque dejé de aplicarme en los estudios. Todo empezó cuando caí enfermo el invierno pasado, y ​​quedé muy débil. Estaba muy desanimado y sin apetito, entonces me regalaron una guitarra y eso me ayudó a recuperarme. Fue como una medicina para mi. Así que desde entonces cada vez que toco mi guitarra siento algo muy poderoso dentro de mi, y todo lo demás deja de importarme. En realidad todo empezó la primera vez que escuché a Chuck Berry por la radio. Supe entonces que ya nada sería más importante para mi que llegar a tocar como él. Siempre que escucho a Chuck o a Elvis me siento muy eufórico, pero otras veces tengo muchas ganas de llorar ... Papá dice que estoy en una edad difícil y que todo esto se me pasará, pero yo creo que no...


El hombre respiró hondo procurando contener la emoción que sentía. Desde el árbol, las golondrinas observaban aquella increíble escena. 


- ¿Tú tienes amigos? - preguntó el extraño


El chico reflexionó un poco antes de responder 


- Tenía, pero como caí enfermo perdí el contacto. Bueno, ahora tengo a Paul, que es compañero del colegio, pero él es mayor que yo, y parece que lo fastidio. Sus amigos dicen que soy pequeño y no quieren que vaya con ellos, pero Paul es amable conmigo, aunque me molesta que me llame "hermanito". Otro de sus amigos dijo que yo era una "nulidad" y eso me dolió mucho. Desde ese día trato de no hablar con nadie, porque parece que todo lo hago mal …


Los ojos del extraño lo observaban como si cupiera en ellos toda la comprensión del mundo.

- ¿Te sientes mejor estando solo?


El niño guardó silencio antes de responder 


- No, pero...

- ¿Pero...? - preguntó el extraño 

- A veces es necesario.  No sé si usted me entiende


El hombre sonrió dulcemente 


- Te entiendo

- ¿En serio? 

- Si, ya te dije que no eres el único

- Bueno... - titubeó el niño -  es que no puedo evitar que me afecten las críticas. ¿A usted le pasaba?

- Mucho


Otro profundo silencio reinó entre ellos. Después el extraño habló:


- Y tú, ¿qué opinión tienes de ti mismo?


El chico frunció el ceño dubitativo antes de contestar :


- Pues, verá, no sabría responderle, solo sé que antes de tocar una guitarra yo era de una forma, y después de haberlo hecho, soy alguien diferente, y ya nunca podré volver a ser el de antes. Mi problema es que los demás no se han dado cuenta, y creen que son solo cosas de la edad.


Otra silenciosa pausa añadió más emoción al momento. 


- Te comprendo perfectamente - dijo el hombre 


El niño sonrió satisfecho de que el extraño le comprendiera


- ¡Oh, gracias! Hasta ahora solo Paul había comprendido esto, porque él también toca la guitarra, pero cuando está con sus otros amigos cambia conmigo, y me trata como a un niño pequeño y eso me duele mucho, por eso últimamente quiero estar solo. Llevo unas semanas que no me veo con Paul, y eso también me deprime, así que no sé qué hacer...


El hombre lo escuchó con atención, sintiendo que había llegado el momento.


- ¿Quieres un buen consejo?

- Sí, dígame - contestó el muchacho mirando fijamente al hombre 

- No te separes de Paul ... nunca. Sé su sombra y todo irá bien. Ya lo verás. 


El chico entornó los ojos de nuevo.


- ¿Y por qué me dice usted eso?  ...

- Hazme caso y un día agradecerás mi consejo - respondió el hombre guiñándole un ojo

- Está bien, así lo haré, pero ¿usted conoce a Paul? - preguntó el muchacho intrigado. 


El hombre sonrió divertido


- Mucho…


 El niño había dejado de llorar pero no salía de su asombro.


- ¿Es usted un familiar?

- No, pero casi …- respondió el hombre con una expresión jovial en el rostro 

- Bueno, Paul nunca me habló de usted …¿no será un pariente secreto? - preguntó el chiquillo 

- Jajajajaja 

- ¿O tal vez su tío de Escocia?

- Jajajajaja 


La risa del extraño retumbó en el lugar mientras el niño lo observaba intrigado.

Iba vestido con unos jeans ligeramente gastados y su cabello era un poco largo. También tenía barba; su sonrisa era amplia y brillante, y le recordaba a alguien, pero todavía no sabía a quién.

A lo mejor era un mago…

El hombre que leía sus pensamientos se sentó en el suelo, junto al niño y le preguntó: 


- ¿Algún problema más, chico?


El niño entrecerró los ojos intentando recordar. Las golondrinas seguían observando. 


- Bueno, muchos. Verá usted, en casa somos pobres y papá tiene que trabajar duro para que salgamos adelante. Me preocupo mucho por él, y sé que no está contento conmigo porque no estudio, y me gustaría que estuviera orgulloso de mí, pero creo que voy a ser un fracaso porque no me gusta estudiar,  y solo pienso en las guitarras …He suspendido los últimos exámenes, y hasta mamá está molesta conmigo por ese motivo. ¿Ve usted? por culpa de las guitarras parece que todo me va mal y no sé qué hacer.  Quizás debería renunciar por completo al sueño de ser guitarrista, aunque se me rompa el corazón …


El hombre apretó los labios con gesto severo 


- ¿Vas a abandonar tu sueño de ser guitarrista?  - le preguntó al niño 

- Sí, lo estoy pensando. Sé que papá estará más feliz y tranquilo si me aplico en los estudios y mamá también,  pero yo ya no podré volver a ser feliz nunca lejos de una guitarra. 


De repente el muchacho volvió a llorar desconsoladamente mientras decía:


- ¿Ve usted? Soy muy desgraciado 


 El hombre lo miró intensamente y se quedó en silencio unos instantes antes de preguntar:


- ¿Amas a tus padres?

- Más que a nada en el mundo, y ellos a mí también - contestó el niño tajantemente 

- Entonces, ¿por qué lloras? No tienes razones

- ¿Qué quiere usted decir?  - preguntó el chico

- Tienes mucha suerte…


El muchacho frunció el ceño


- Pero, si nadie me comprende, caballero. Todo el mundo piensa que soy un don nadie, y que todo lo hago mal ...


El hombre se rió del tono melodramático del niño, luego puso sus manos sobre sus hombros y le dijo en tono serio:


- Escúchame bien, debo irme, pero primero debo decirte una cosa de vital importancia para ti : "Nunca dejes de tocar la guitarra ¡Por nada del mundo! Aférrate a ella como a la vida;  Sigue a Paul a todas partes, confía en él y sé su mejor amigo. Da gracias a Dios por la familia que te ha dado y no te escondas para llorar de nuevo. Y otra cosa, sigue siendo tan buen muchacho como hasta ahora."


El niño lo observaba estupefacto. Aquel hombre podía ser un trastornado o un ex convicto, pero parecía muy amable, y le decía cosas bonitas. 


- ¡Oh, debes ser el primo de Paul…!

- Jajajajaja


Las golondrinas movían sus alas satisfechas como si quisieran aplaudir la escena.

Desde el páramo, el arroyo seguía fluyendo con la serenidad de todos los siglos. 


El niño se volvió a tocar las muñecas y gimió de dolor.

¡Maldita sea, cómo duelen! ... El maestro me golpeó fuerte.

El hombre tomó las manos del niño entre las suyas, y las masajeó suavemente, luego exclamó con un tono solemne:


- Estas manos van a tocar muchas guitarras y van a componer canciones muy bonitas que el mundo aplaudirá.  Nadie dirá nunca de ti que fuiste un "don nadie" o un fracasado. Es más, llegará el día en que todos dirán que fuiste una bendición y estarán orgullosos de ti.  Así que ahora te vas a lavar la cara en el arroyo, vas a ir a tu casa y les vas a dar un fuerte abrazo a tus padres y les dirás que los quieres mucho, y que eres un chico afortunado por tenerlos.


El niño lo miró embelesado, pensando que tal vez estaba frente a un ángel.


- Bueno, señor.  Le agradezco sus buenos deseos - dijo tímidamente - pero ... no creo que yo vaya a ser una bendición para nadie...


De repente, el hombre puso su mano derecha sobre la frente del niño y respiró hondo.

El niño cerró los ojos y una imagen adquirió forma en su mente.

Lo que vio lo tomó por sorpresa, ¡y fue increíble!


Se vio a sí mismo con unos años más, mucho más alto y muy bien vestido, acompañado de Paul y otros dos chicos a los que aún no conocía, tocando en un escenario.

No le sorprendió verse tocando la guitarra, lo que le sorprendió mucho fue ver la impresionante audiencia que los rodeaba. Era un estadio de fútbol inmenso, abarrotado de gente, la mayoría adolescentes, todos gritando una palabra con la que aún no se identificaba.

Algo sobre los "escarabajos ...". 

También vio su nombre junto al de Paul, y junto a los nombres de aquellos otros dos chicos brillando en la marquesina de muchos teatros; Se vio bajar de las escaleras de muchos aviones y caminar por los aeródromos en loor de multitudes. Escuchó su nombre y el de sus tres acompañantes salir en forma de gritos de las bocas de cientos y cientos de adolescentes, mientras una sonrisa en su rostro quedaba congelada en las ventanillas del tiempo. Finalmente se vio pasear por la escalinata del palacio de Buckingham como si de una celebridad se tratara. 

¡Santo Cielo! Fue apoteósico 


Cuando el muchacho abrió los ojos, el extraño había desaparecido y las golondrinas también. 


El niño, fuertemente impresionado por la conversación y por las imágenes que había visto en su cerebro, se dirigió al arroyo, se lavó la cara, agarró su mochila y corrió a su casa justo a tiempo para coger su trozo de tarta de arándanos.

Abrazó a sus padres y les dijo lo afortunado que era de tenerlos.  También le guiñó un ojo a la hija de sus vecinos, una niña muy bonita, de su edad, pecosa y de largo cabello castaño, y trató de hacerse amigo de ella.  Antes nunca se hubiera atrevido a hablarle a ninguna chica de esa manera.


Estaba eufórico por su enigmático encuentro con el desconocido y sentía que quizás todas esas imágenes que había visto en su cerebro alguna vez se harían realidad.

Ya no le dolían las muñecas hinchadas ni le importaba lo que dijeran los profesores. Era un chico afortunado.


Nunca le contó a nadie sobre su misterioso encuentro con aquel hombre, ni las imágenes que había proyectado en su cerebro.

Sin embargo, ese fabuloso secreto lo ayudó a continuar con su sueño de ser guitarrista en el futuro.

Según lo aconsejado por el desconocido, se convirtió en el amigo inseparable de Paul, siguiéndolo a todas partes, y compartiendo con él los mismos sueños y esperanzas, y así fue como poco después logró ingresar en la banda que un tal John Lennon acababa de crear, y que en pocos años iba a sacudir los cimientos de la música en todo el planeta, logrando una fama sin precedentes en la historia y en el mundo del espectáculo.


Ya conocen el resto de la historia ...


 ***************



El ser regresó a su universo inmaterial, satisfecho de su encuentro con aquel niño inglés.  Había sido algo muy emotivo y enriquecedor volver a verlo, y volver a sentir las inquietudes y los sueños de aquella época, ya que nadie conocía mejor que él el interior de aquel muchacho, pues había sido el suyo propio todo el tiempo que estuvo en el mundo material. 


George estaba muy agradecido de que su primera misión como ángel fuera entrevistarse a sí mismo cuando era niño, para darse aliento en un momento de su adolescencia en el que estaba especialmente desconcertado, considerando dejar la guitarra y dejar de hablar con Paul.


A lo largo de su vida terrenal, George siempre había pensado que ese preciso momento de su vida había sido decisivo para él, y nunca recordó qué fue lo que lo hizo cambiar en aquel tiempo y continuar con su sueño de ser guitarrista.

Ahora en su nueva naturaleza de ángel comprendió la situación, comprendió todo y agradeció a Dios por haberle dado una vida material tan maravillosa, tan llena de vivencias y contrastes. 


De inmediato asimiló su nueva misión e instantáneamente su ser se inundó de dicha.

Debía encontrarse con un viejo amigo…


Aunque esta vez no tenía que bajar a la Tierra, porque como él, su amigo no tenía forma material y gravitaba en espirales de luminosa y pura conciencia.


Era un tema pendiente.

Había estado deseando esa reunión durante años.


Toda su energía se concentró en un punto y se expandió nuevamente. Se sintió todopoderoso.


La obra de Dios era una obra maestra, pues todo tenía una razón y una resolución.


A lo lejos, desde algún punto brillante del Todo, sintió que la energía de su viejo amigo se acercaba, y finalmente se fundía en un abrazo cósmico con la suya.


Tras un emotivo silencio, donde los dos extremos del tiempo se cruzaban en amoroso punto, la conciencia de lo que había sido John Lennon le susurró alegremente:


¡Oye, chico afortunado! Cuánto tiempo sin verte.  ¿Qué tal te sienta la eternidad?




FINAL


Yolanda García Vázquez

España

Octubre de 2021

Derechos de autor reservados



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