EL CAFÉ ATLÁNTIS (TODAS LAS TARDES A LAS 6)




EL CAFÉ ATLANTIS 
Todas las tardes a las 6 


Autora 
Yolanda García Vázquez 
En la presentación, idea original, prólogo, historia principal, epílogo y edición de la historia 

En colaboración con 

Norma Martínez 
Sandra Costilla 
Aldo Cortés Vásquez 
Cely Vargas 
Daniel Navarrete 
María Angélica Guadalmud 
Cris Da Re 
Flor Moreno Morales

Todos los derechos reservados 
2019

Dedicado a todos los poetas de Facebook y muy especialmente a la memoria de Antonio Machado y Guiomar 


PRÓLOGO 

"Son poetas, pueden ir a donde quieran"


Y sin darme cuenta se fue convirtiendo en todo mi mundo... 
No sé cómo ni cuando empezó esta urgente necesidad de verle, de escucharle y de hablar con él.
Solo sé que cada vez se me hizo más imperioso impregnarme de su esencia, aunque fuera 
exclusivamente en aquel Café de tertulias literarias, donde una buena amiga me recomendó que me acercara. Estaba pasando yo en aquel momento un periodo de intenso desgaste emocional, y físico, y me sentía desorientada respecto a mi entorno y todo lo que formaba parte de mi mundo interior. Eran días convulsos, pues una etapa se acababa en nuestra sociedad y otra comenzaba, con toda la inquietud y zozobra que esto representaba, pues bien es sabido que los cambios, aunque deseados, generan cierta angustia. 
Para ser más exactos era la etapa en que el régimen franquista llegaba a su fin y comenzaba la transición en mi país, algo deseado por todos durante largo tiempo, pero que a mi por alguna extraña razón me producía cierta inquietud, y es que junto a mi agitado estado interior, se unía el hecho de que mi 50 cumpleaños se acercaba y eso no solo me angustiaba, pues sentía que había desperdiciado gran parte de mi vida en absurdos e imposibles sueños, sino que también para mi era el fin de una etapa y el comienzo de otra, y sentía que no estaba preparada para aquello, y además estaba aquella soledad de la que no lograba zafarme.
¡Café y poesía! 
Es lo que me aconsejó mi amiga como último recurso. 
Y así fue como una tarde lluviosa de Marzo me adentré en el universo poético del Madrid de 1976.
Tenía mucho tiempo libre, pues estaba convaleciente de una crisis nerviosa, eso, unido a mi antigua aspiración nunca satisfecha de ser escritora me arrastraron a aquel viejo Café de las afueras de la ciudad.
Aquella tarde mientras me preparaba para salir, no dejé de sentir cierto malestar, pues sentía la extraña premonición de que algo perturbador iba a sucederme y aunque lo achaqué a mis manías de solterona, no dejé de incomodarme. 
Las calles estaban mojadas a causa de la ligera llovizna anterior. 
El viento fresco del atardecer me sacó de mi ensimismamiento. 

"-Te vendrá bien salir y conocer gente con tus mismas inquietudes. Es un local de moda. Escritores y poetas son los que se reúnen allí. Gente como tú. Música elegante y tertulias interminables. 
Será un buen cambio para ti y te ayudará a catalizar toda esa angustia que llevas dentro. Se llama "El Café Atlantis". Es muy antiguo, dicen se construyó a comienzos del siglo XIX , se conserva bien. Cuentan que Antonio Machado y Guiomar se encontraban allí. Es un lugar muy romántico. Te gustará." 

Eso me había dicho mi amiga : "El Café Atlantis.. "
Un nombre mágico
Antonio Machado y Guiomar...
Resultaba interesante. Tal vez me viniera bien. 

El cielo caía plomizo sobre la ciudad. No tardaría en llover. 
Enfundada en mi gabardina crucé las anchas calles rumbo a aquel misterioso lugar. 
La escritora que llevaba dentro me dijo : "Algo va a suceder..." 

Nada más entrar sentí una oleada de bienestar, como si fuera Alicia a través del espejo. 
El humo de los cigarrillos se mezclaba con el vaho del frío dándole al recinto un aire fantasmal. Era como entrar en otro mundo, o mejor aún, como entrar al pasado. 
Me sentía bien 
El nocturno de Chopin resonaba contra las paredes del local. Había algo mágico en aquel lugar. 
Un grupo variado de personas charlaban amigablemente en torno a las mesas cubiertas de manteles rojos. La luz era tenue. Mientras me adentraba retazos de conversaciones llegaban hasta mi. Todo parecía como sacado de un sueño. Me sentí motivada por primera vez en mucho tiempo. Estaba en mi ambiente. Y lo que no deja de ser curioso, tenía la vaga sensación de que aquel lugar no era extraño para mí, como si ya hubiera estado antes...
Fue entonces cuando le vi.. 
Estaba parado frente a mi, su ojos fijados en mi entorno... 
El café sumaba con su aroma aquel instante mágico.
La poesía transparentaba los misterios del alma, y hacía tanto tiempo que yo no escribía... 
Allí plasmado en los espejos, entre el vaho nocturno, el pasado se manifestaba incitante. 
Un café;
Y su alma y la mía escribiéndose... 
Afuera, el viento despeinada los árboles y la lluvia resbalaba por el vidrio de los ventanales del Café, donde él y yo, compartíamos la misma pasión: la poesía... 
Se acercó a mi cargando en su mano izquierda un libro con aparente deterioro. Vestía pantalón café, camisa blanca, y americana de sport; su cabello de impecable peinado era ligeramente gris. Con sus gruesos zapatos avanzaba a donde me encontraba, pero lejos estaba de ser verdad, pues volteó a su 
derecha y cómodamente se recostó en una silla que distaba unos tres metros de donde yo, anonadada y con aparente disimulo le observaba, fueron minutos que parecíeron horas... 

El universo giraba en instantes plagados de melancolía y entusiasmo. 
¿Quién sería este hombre cuya mirada había traspasado mi alma? 
¿Y porqué tenía la extraña sensación de que no era del todo un desconocido para mí? 
Sentí el impulso de querer hablar con él, de contarle que también yo era poeta, aunque llevaba tiempo sin escribir, pero mi natural timidez me lo impedía. 
Me senté en una mesa aparte sin dejar de mirar donde él se encontraba. La música flotaba en el ambiente como un lazo de invisible romanticismo. 
"Bueno, pensé, me seguiré tomando mi café, a ver qué sucede."
El hombre misterioso seguía de espaldas a mi, leyendo un libro, y yo notaba, si, lo notaba... 
Un extraño vínculo, o magnetismo entre los dos que achaqué al largo tiempo que llevaba sin salir y a mi agitado estado interior. 
Tomando mi café pensaba en la manera de abordarlo si él no se acercaba, y esto era sorprendente en mí, pues mi carácter reservado nunca me hubiera hecho planear actuar de ese modo.
Algo me estaba pasando. Me notaba distinta, y eso me incomodaba.
Estaba cavilando justo en ese momento cuando se acercó silenciosamente y me pidió permiso para sentarse junto a mí... 
Me quedé impresionada. Me ruboricé, bajé la cabeza y murmurando le dije que sí, que podía sentarse. Mi corazón comenzó a latir apresuradamente.
No me atrevía a mirarle a los ojos. 
El comenzó a hablar... 

Escucharle fue una agradable sorpresa a mis oídos. Tenía una voz tan especial que acariciaba mis sentidos. Fue como si estuviera viviendo un pasaje de una novela romántica, y yo era la protagonista ¿Cual sería el final? 
Me preguntó mi nombre y yo le contesté temblorosa y a la vez interesada también en saber el suyo. 
Me extendió la mano y más que un saludo fue una sensual caricia. 
Me puse a temblar de emoción. 
Siempre me sucedía así, pues mi experiencia con los hombres era completamente nula, y tenía cierta tendencia a comportarme como una tímida y pueril adolescente, cosa que espantaba a los hombres. 
No sabía porqué aquel hombre me cautivaba tanto. 
Comenzamos a charlar primero de cosas banales, cursilerías mías, el tiempo, el clima, pero por dentro quería hablarle de mis ambiciones fracasadas de ser una gran escritora, y sobretodo de mi aspiración de hacerle sentir a quienes me leyeran, esas emociones y sentimientos que quería plasmar en letras. 

En él no encontraba eco, pensé que era ajeno a mis palabras, mientras yo nerviosa seguía hablando. El tenía una mirada a la cual no le encontraba fin, fue en ese momento que percibí que él no me escuchaba, que él estaba sencillamente contemplándome, su mirada traspasaba la mía, escudriñaba mi más allá.. 

Con su mirada sentía que traspasaba mis secretos más escondidos, que quería escudriñar mis pensamientos. Yo me sentía débil, indefensa ante sus ojos, pero al mismo tiempo, deseaba contarle mis premisas, esperando contar con un apoyo que yo necesitaba para iniciar esa gran aventura, ese sueño que por años tenía pendiente por realizar. 
Pero también había algo más.. 
Algo muy poderoso que tiraba de mi desde que le vi. 

¿Qué pensará de mi? Me preguntaba en mi interior , y él después de un rato escuchándome y disimuladamente tomó su libro desgastado y viejo, lo estrechó contra su pecho y me dijo cortésmente ; 
- Soy nuevo en esta ciudad y no conozco bien los lugares ¿le gustaría acompañarme un momento a la biblioteca? 

Le miré fijamente y por un instante algo se reveló en mi interior, fue como una premonición, un aviso del destino que no quise escuchar, porque aquellos ojos tenían el brillo de los grandes poetas que yo había admirado, y mi corazón se sentía traspasado al escuchar su voz y percibir su aura magnética. Parecía, y no 
estoy exagerando un hombre de otro tiempo, como si no fuera real, pues todo en él era mágico y misterioso. Llevada de aquel halo fantasmagórico y romántico que irradiaba, accedí a su petición, no sin cierta inquietud. 
La lluvia había arreciado y todavía había tiempo para guiarle hasta la antigua librería. Me sentía como Alicia en aquel maravilloso país. Algo iba a suceder. Lo sabía. 

Llegamos a la Biblioteca municipal, y él inmediatamente se fue directo a un estante a buscar algún libro que le interesaba, yo me senté a esperarlo. De pronto me fijé que había dejado su libro desgastado sobre la mesa. 
Estaba por el reverso y sigilosamente le di la vuelta para leer el título: "LA HISTORIA DE MI VIDA". 
Escrita por:...... 
No pude continuar leyendo porque en ese momento el hombre dejó de buscar y se dirigió hacia mí. 
Rápidamente puse el libro como él lo había dejado, sin dejar de pensar en lo que podría haber allí escrito. 

Regresamos a la cafetería. 
Debían ser las 8 de la tarde, no recuerdo bien. Ya no llovía. 
El aroma de la estancia era muy agradable. Me sentía a gusto en su compañía. Ya no lo veía como a un extraño, era como un viejo amigo, o el comienzo de algo muy bello. 

Nos sentamos junto a la ventana De pronto él me tomó las manos y me dijo suavemente:
- Es usted encantadora... Aunque apenas la conozco tengo la extraña sensación de conocerla de antes.. ¿Le sucede lo mismo? He venido a esta ciudad a resolver algo dentro de mi...

Un silencio muy profundo quedó suspendido entre los dos. 
Yo no sabía qué decir de tan impresionada que estaba por aquel hombre. 

- Soy escritor , aunque frustrado. Hace años perdí al único y gran amor de mi vida, y lo he plasmado en este libro. Es una edición única. Solo se editó un ejemplar. Nadie lo ha leído. Tal vez lo publique algún día. No lo sé. 

Suspiré profundo, mis dudas y preguntas estaban resueltas.

Y fue entonces cuando se abrió a mi y pude leer como en un libro abierto. 
Me contó sobre ese gran amor que había perdido, la había llorado mucho tiempo, pues su muerte fue trágica, en un lugar y un momento que no le correspondía. 
Una bala perdida en un momento convulso hizo que la mujer que amaba se desangrara en sus brazos. 

Y desde entonces cargaba con esa pena. Fueron tiempos borrascosos de tener que vivir en el exilio debido a sus creencias políticas. Diez años de angustia en su corazón por querer olvidar y no podía. 
Hasta que un día al dormirse tuvo un sueño que fue también una revelación, y al despertar decidió emprender el viaje a su pasado. 

Fue hace un año después de la muerte del general Franco, cuando muchos presos políticos y contrarios al antiguo régimen pudieron regresar al país. Él fue uno más entre ellos.  

Y fue al regresar a Barcelona, su ciudad natal, cuando se metió en actividades clandestinas, pues no le gustaba nada el transcurso de los acontecimientos políticos en nuestro país. 
Pensaba que no iba a haber un rompimiento con las antiguas ideas, sino solo un traspaso de poderes, y que aquellos que habían gobernado durante cuarenta años iban a seguir haciéndolo en la sombra, aunque maquillándolo todo para que pareciera una democracia.
Él pensaba que el poder debía ser devuelto al pueblo, 
y además estaban aquellas ideas de venganza, de querer acabar con la vida de aquellos miserables que le habían arrancado de un tajo sus ilusiones, su felicidad, y la mujer que amaba. 
En su afán de venganza y de querer cambiar las cosas se unió a un grupo de anarquistas, quienes estaban dispuestos a morir en aras de sus principios políticos, de arrancar del poder todo vestigio del antiguo régimen y crear una república socialista. Estuvieron consiguiendo armamento. Recopilando datos, y los planos de los edificios principales donde podían hacer más daño. 
Su objetivo, eran las principales cabezas del antiguo régimen, y altos mandos del ejército. Lo planearon todo minuciosamente y antes de dar el primer golpe algo se quebró en su interior, tuvo otra revelación... 

Pues sintió que sus deseos locos de venganza se disiparon por completo, fue como volver a nacer con otra personalidad. 
- Comprendí que no conseguiría cambiar al mundo con violencia sin volverme violento yo también, que podemos hacer un mundo mejor con amor, respetando nuestras diferencias, cuidando lo que nos rodea. Aunque confieso que dentro de mi, existía una lucha interna entre el bien y el mal.
Fueron meses de incertidumbre, de caer una y otra vez en la desesperación, en el odio, en creer que nadie merecía ser feliz si yo no lo era, pensé al igual que mis compañeros del grupo en volar e incendiar edificios, bombardear lugares concurridos, pero algo sobrenatural me detenía... 
Fue entonces cuando recuperé la fe en Dios y 
fui consciente más que nunca de que yo era un artista, y los artistas somos creadores, no podía destruir ninguna vida, no había nacido para eso. No era mi destino. Y abandoné la lucha armada, sin haber dado ningún golpe. Tuve una gran discusión con un 
compañero de la banda, pues yo tenía demasiada información y tenían miedo de que la revelara a las autoridades. Estuvieron 
amenazándome, tuve que huir a Madrid, caí enfermo, y ¿sabe cómo me curé? Con poesía...con mucha poesía.. 

Eso me recordó algo a mi también. 
Seguí escuchándole. 
Hablaba, y hablaba como si me conociera de toda la vida 
- Poco a poco, me fui reconciliando con el pasado, y dentro de mi lo perdoné todo. Ahora me siento más poeta que nunca, y estoy más de acuerdo que nunca con aquella frase de Sorolla a Blasco Ibañez : 
"- Amigo, no te metas en política. No es para los artistas como nosotros. "- volvió a decir 
Asentí con la cabeza. El continuó hablando 
- Debemos intentar cambiar lo que no nos gusta de este mundo a través de nuestro arte, por algo nos fue dado un don especial. Nosotros, los artistas, somos diferentes del 
resto, tenemos una sensibilidad especial. ¡Aprovechémosla!
Me encantaba escucharle y en especial percibir aquel brillo de sus ojos cuando hablaba, que le hacía parecer más joven. 
El Café Atlantis se convirtió en el lugar más maravilloso y acogedor del mundo. 
Fue cuando decidí contarle algo de mi 

- ¿Sabe? Creo que ha sido el destino el que nos ha reunido aquí, pues yo hacía tiempo que no salía sola a ningún sitio. He estado enferma también, de los nervios, y una buena amiga me recomendó este lugar, pues al igual que usted también aspiraba a ser escritora, aunque yo aún no he publicado nada, solo algunos poemas a mano y algún relato. Estoy impresionada por su historia...Opino lo mismo que Sorolla y usted; Ningún poeta debe meterse en política. No es nuestro mundo... Por eso me encanta esa frase de Machado cuando dijo eso de : "Yo amo los mundos sutiles..." Y bueno, yo, siempre me curo de todos mis males con poesía... 

Nos miramos largamente;
La música era ahora una pieza de Mozart. 
Me hubiera gustado detener el tiempo. 
Su mirada me sostenía en un lugar mágico. Era como si pudiera volar mientras él me miraba. 
"¡Oh Dios mío! ¿qué me estará pasando?", pensé 
De pronto el hombre se acercó más a mi y me susurró 
- Me gusta su forma de expresarse. Hay algo en usted que...-  dudó un momento antes de decir: - Voy a proponerle algo. Espero que no le parezca demasiado atrevido. ¿Quiere ser mi confidente? ¿La persona a la que pueda contárselo todo? Percibo que somos espíritus afines. Lo sentí en cuanto la vi. Necesito a una buena amiga en estos momentos, alguien con quien hablar y en quien pueda confiar. Nos veremos todas las tardes en este café . Le aseguro que no voy con segundas intenciones, solo quiero amistad, conversación y poesía. Solo nos encontraremos aquí, en ningún sitio más. Dígame que si, por favor. Por cierto, me llamo Alex.
Tardé un tiempo en responder.. 
Su confidente, café y poesía... 
Todas las tardes a las 6. Sonaba tan poético.. 
- Claro Alex, acepto, yo también es como si le conociera de hace años, y sinceramente, también necesito alguien con quien hablar. Será interesante. 

El aroma de la estancia era muy agradable, como si fuera de violetas. 
Su voz sonaba a melodía en mis oídos.


Todo transcurrió como en un sueño. 
Nunca olvidaré aquella tarde y aquella noche.
Su caballerosidad, su cultura, su forma de expresarse me deslumbraban. Era guapo a carta cabal. Alto y elegante, 
pero no era eso lo que me atraía de él, sino que tras esa fachada misteriosa había escondido un bello ser humano y luego estaba esa fuerte conexión entre nosotros, que con ningún hombre me había sucedido jamás. 
Me atraía de forma magnética y etérea, y aunque poseía cierta halo de melancolía, estaba aquella fuerza poderosa que irradiaba y que me tenía confundida y hechizada.. 

Y allí en el viejo café con el hombre más misterioso y fascinante del mundo las horas pasaron como en un sueño. No escuchábamos a los demás de tan embebidos que estábamos en nuestro propio mundo. Era como si el Café fuera nuestro propio planeta, un lugar aparte de la realidad. 
Poco a poco nos abrimos el alma y nos confesamos todos nuestros secretos, angustias e ilusiones. Fue como mirarme en un espejo. No quería que trascurriera el tiempo; solo deseaba escucharle, y conocer su verdad interior, que era la mía propia. 
Mi corazón temblaba de emoción pues por primera vez en mi vida tenía delante a mi alma gemela. Estaba segura de ello, y la magnífica certeza de que era el hombre que había esperado toda mi vida. 
Nuestra conversación giró por temas variados y en todos éramos espíritus afines. 
Me sentía joven otra vez y llena de vitalidad, como si la enfermedad y todas mis angustias e inquietudes formaran parte de un mal sueño. 
La música del Café era ahora una vieja melodía romántica que pregonaba el comienzo de la primavera. 
"La violetera" 
Mis ojos se llenaron de lágrimas. 
- Quiero pensar que llora de felicidad, Irene - me dijo dulcemente 
Me miré en sus ojos y aquel resplandor valió toda mi vida entera - Quien quiera hablar de poesía sin haberla conocido a usted tiene una idea equivocada.. 
Aquella frase se me grabó en el corazón. No quería irme, no quería irme.. 

Eran más de las 2 de la madrugada cuando nos despedimos bajo la farola. Ya no llovía. 
- Oh Alex, nunca olvidaré esta noche. Desde hace tiempo me sentía rota y vacía, como si hubiera perdido por completo el interés por la vida, y hoy de forma mágica es como si hubiera despertado. - le confesé emocionada 
- Es justamente lo que me está sucediendo a mí. - respondió él 
Nos miramos largamente 

Un cielo estrellado resplandecía sobre nosotros anunciándonos que la primavera había llegado. 
Me dio un tierno beso en la mejilla y acordamos reunirnos todas las tardes a las 6 en el Café Atlantis. 

Y así fue como comenzó la historia de amistad y amor más bella e intensa de mi vida, 
entremezclada con poemas y confidencias en aquel viejo Café. Era el único lugar donde nos encontrábamos. 
Era mi pequeño paraíso, mi refugio, mi país... 
Hablar con él, escucharle, sentirme parte de su mundo. 
Ya no sentía rencor yo tampoco, solo algo grandioso que me acercaba a las estrellas. 
Me sentía rejuvenecida, llena de entusiasmo y motivación. Recuperé la salud y el vigor perdidos. 
Él me inspiraba y volví a escribir poesía. 

Todas las tardes a las 6 nos encontrábamos en El café Atlantis y compartíamos nuestros secretos más íntimos, nuestro mutuo amor por la poesía y el arte. 
Intercambiábamos confidencias y recuerdos 
aderezados con trozos de poemas y pasajes literarios.  
Descubrimos lugares comunes en todas las regiones del arte. 
Teníamos los mismos gustos en cuanto a música, literatura, pintura. 
Escucharle a él era escucharme a mí. 

No conversábamos con el resto de escritores asiduos al Café , pues con nosotros nos bastaba todo. 
Él y yo... 
Los demás no existían 
Una tarde me recitó unos versos que había escrito para una musa imaginaria, y me rogó que los guardara en mi corazón y los releyera cuando me sintiera sola.

"Allí donde sólo el Amor toca las almas, esa melodía que brota armoniosante, 
se oye al POETA decirle en voz susurrante a su amada : 
Eres lo amado y siempre deseado.
Eres fuego, pasión, pero también eres mi inagotable fuente donde mi sed de besos y Amor calmo.. 
Te AMO porque en ti estoy cada segundo ... 
Y cultivas mi AMOR como cultivas las flores de tu jardín." 

Sentí que nunca había leído nada tan hermoso y guardé en mi corazón aquellos versos como una valiosa alhaja. 

Mi mundo había cambiado por completo. Ahora tenía un incentivo, algo por lo que vivir. 
Durante el día vivía esperando el momento de acudir a nuestra cita y sabía que a él también le pasaba. 
Yo comencé a cuidar más mi aspecto exterior, pues ya había cumplido 50 años y quería aparecer agradable a sus ojos, 
aunque a él eso no parecía importarle mucho, pues él miraba dentro de mi, a esos lugares donde yo no sabía que pudiera asomarse nadie. 
Y mucho menos que a nadie le interesara conocer.
Se asomaba a mi alma como a un jardín y quedaba embelesado. Eso me decía. 

Fue el periodo más hermoso de mi vida. No puedo negar que el amor estaba en el aire, flotaba entre los dos, aunque nunca hablamos de ello. 
Los dos lo sabíamos, no hacía falta decir más. 
Nunca nos besamos, jamás me habló de esos temas, pues era la nuestra una relación platónica. 
"Como Machado y Guiomar me decía él.." 
Y no dejaba de ser fantástico, pues todo el mundo sabía que el célebre poeta se había encontrado allí muchas veces con su amada Guiomar. 
En una ocasión que estábamos hablando de la época donde ellos se habían conocido exclamé : 
- Sería maravilloso haber vivido en aquel tiempo, ¿no cree? Siempre me he sentido una mujer fuera de lugar, añorando a otras gentes y épocas que no he conocido. ¿Le parezco rara? 
El me miró fijamente con aquella mirada suya que me traspasaba, y después de un largo suspiro exclamó : 
- Raro el mundo ante una obra de arte como usted.
Mi corazón palpitó intensamente. 
Fui consciente de la intensidad del momento, pues nunca hasta ese instante me había hablado con tanta pasión. 
Traté de desviar la conversación 
- Bueno, yo quisiera viajar a aquella época, pero no es posible - bromeé 
El lo notó y se aventuró a decir 
- Somos poetas, podemos ir adonde queramos. Nunca lo olvide. 



Una tarde de Mayo acudí demasiado pronto al Café y como él aún tardaría en llegar decidí releer una revista para hacer tiempo. Mientras encendía un cigarrillo el dueño del local se me acercó y me saludó 

- Señorita... Mucho gusto. He observado que desde hace tiempo usted conversa aquí con cierto caballero. Sólo quería saber si usted sabe quién es él. 
Y sin decir nada más me tendió el periódico abierto por la página central, señalando una fotografía. Era un diario del año anterior.
Sentí que todo mi mundo se paralizaba.
No daba crédito a mis ojos, pues el hombre del que me había enamorado, mi confidente y amigo del alma era... 
Alejandro Rubianes, un afamado escritor, al que se había dado por muerto años atrás, y cuya azarosa vida había sido motivo de muchas especulaciones, e incluso se proyectó hacer una película sobre su vida, pues se decía que después de haber perdido a su novia de forma trágica, fue detenido por las autoridades franquistas por actividades contrarias al régimen, después tuvo que exiliarse en la URSS , y se dijo que había trabajado para la KGB; también se rumoreaba que había pertenecido a un grupo anarquista, y que podía estar gravemente enfermo. 
Había regresado del exilio después de la muerte del dictador, y no se sabía mucho de su vida actual, pero se rumoreaba que vivía como un ermitaño rodeado de un sepulcral silencio. 

Yo misma había leído muchas cosas sobre el personaje, y la mayoría no eran agradables, pero todo el mundo coincidía en que era un hombre atormentado, de mal carácter, y también un escritor con mucho talento. Recordé haber leído algo suyo hace años. Una novela corta que me impactó 
"La vida al acecho" 
Pero el hombre con el que yo me encontraba todas las tardes a las 6 era tan dulce y encantador; 
Tan profundo y enigmático.
No se ya parecía ya mucho al joven de la fotografía, pues debió ser tomada en su época de universitario. 
Ahora debía de rondar los 50 años, y a pesar de su aspecto desaliñado conservaba intacto su carisma y atractivo. 

Sentí mi corazón desbocarse cuando le vi aparecer esa tarde en el Café ya conociendo su verdadera identidad. 
Fui más consciente que nunca que le amaba, y no solo por su magnética personalidad, y nuestra relación poética, sino por las huellas de sufrimiento que había en sus ojos y porque yo percibía que en él había mucho de mi misma. 
Éramos como Machado y Guiomar de nuevo juntos en aquel Café. 

Un sentimiento largo y profundo que nunca había sentido me devoraba. Debo admitir que realmente mi rutina obstinada era disfrutable y cálida, no me podía quejar, pues todas las tardes tenía junto a mi al ser de luz más extraño e imponente que había descubierto. Sentía el desenfreno y la migración de mariposas que transcurre de la mente al corazón; tal vez para él yo solo era una sombra más, y yo sentía la incontable incertidumbre de ser o no ser notada. 
Pero yo sabía que él sentía la misma inquietud, la misma necesidad de zambullirse en el alma del otro. 
¿Realmente era necesario adentrase en el fondo de una persona para amarle sin conocer su destino ni su pasado? 
Yo opino que no, opino que tal y como nos enamoramos del horizonte verde pastoso y con aguas cristalinas sin conocer su importancia, ni su magia o su calma, así mismo es el amor a primera vista, un misterio, un completo accidente o una mágica aventura eterna. 
Pero lo más relevante era la sensación de intensa afinidad que sentíamos.
Antes de conocernos ya nos conocíamos. 
"Éramos las dos estrofas de un mismo poema " 
Esa frase me la dijo un día y sencillamente me fascinó. 
- Buenas tardes, creo que nuestros encuentros ya no son nada del otro mundo, ¿cierto?, jajaja. - me saludó alegremente 
Olía a aroma de lavanda 
- Cierto, es una agradable rutina... - le contesté 
Esta vez su aspecto era más cuidadoso. Incluso llevaba un clavel rojo en la solapa. 
-Debo admitir que son casualidades que me alivian señorita, ver un alma encendida me provoca una reconfortante inspiración. 
Sonreí al pensar qué sentiría él cuando supiera que yo conocía su identidad, pero me prometí a mi misma no decir nada de momento 
-¿Cómo está su café? - le pregunté 
- Ufff, en muchos problemas, señorita. - dijo él 
-¿Por qué? - le pregunté intrigada 
- Porque es un "expreso" y ya lo está buscando la ley cafetera internacional. 

- Jajajaja - solté una carcajada - Que gracioso. 

Fue una conversación muy divertida y amena 

Esa tarde al despedirnos, la única decepción fue que la prolongación de mi voz fue temblorosa y tierna, tal vez demasiado ¿Lo empieza a notar? 
El señor misterio realmente seguía siendo todo un enigma. 
Realmente ansiaba el anochecer, porque él acudiría a mis sueños. 
Y solo allí podía hablarle abiertamente de mi amor sin ruborizarme. 

Es curioso como las épocas felices llegan a su término, así, de improviso, y sin avisar. 

Fue aquella semana cuando todo sucedió y tiemblo aún al recordarlo. 
Ocurrió un lunes por la tarde. 
Había acudido yo a nuestra acostumbrada cita diaria, y a causa del tráfico había llegado tarde. 
Entré apresuradamente en el Café, y me sorprendió que él no estuviera. Me extrañó, pues solía ser muy puntual. Me senté en nuestro rincón habitual para esperarle. Encendí un cigarrillo nerviosa. Después de un largo intervalo en el que mi amigo no aparecía, decidí preguntarte al dueño del Café, quien con gesto preocupado me preguntó : 
- ¿No se ha enterado, señorita? 
Mi corazón se desbocó presintiendo algo - ¿Qué ha sucedido? 
- Su amigo, ha sido detenido por la Guardia Civil. Está en los titulares. Lea - y volvió a tenderme un periódico, esta vez de ese mismo día. 
No podía dar crédito 
Aquello no podía ser real 
Leí con angustia las primeras letras del titular 

" Alejandro Rubianes, el afamado escritor catalán, que hace un año regresó de un largo exilio ha sido puesto a disposición judicial por pertenencia a banda armada y ser el coautor del atentado que hace un año causó varios heridos en un comercio de la Ciudad Condal. Según fuentes del estado planeaba un nuevo ataque más mortífero en la sede del parlamento. Estaba siendo vigilado por agentes del CESID, pues era vox populi que había sido miembro activo de la KGB desde hacia años. Sin duda un hombre extraño , y polémico, cuyos éxitos literarios, no le han apartado del mal camino..." 

Todo mi mundo se tambaleó. No podía creerlo.
Mi amigo del alma detenido, y acusado de actos de lesa gravedad. 
Sin duda me mintió, y no abandonó sus actividades terroristas, pero, él me afirmó que jamás había usado la violencia, que se detuvo antes de aquel golpe, entonces, ¿porqué me mintió? Me sentí humillada y también utilizada. 
Pues yo le había abierto mi alma de par en par y pensaba que también él lo había hecho, y me equivoqué. 
Con los hombres siempre me sucedía lo mismo. 
Tenía cierta tendencia a enamorarme de seres imaginarios, y luego cuando conocía a hombres reales no sabía como comportarme, y siempre quedaba decepcionada, tal vez por eso seguía sola. 

El destino se había burlado de mí, una vez más. 

Y sin embargo algo dentro me decía que él no me había engañado, que había sido sincero en nuestra relación de 
amistad, y aquel amor que había flotado entre nosotros no había sido un espejismo. 
Como Machado y Guiomar había dicho él.. 

Pensé en el gran poeta en el exilio, sin poder despedirse de su Guiomar, enfrentando su último viaje con el recuerdo de su patria y de su amada. 

"¡Oh Alejandro!, - pensaba - he tardado media vida en encontrarte y no quiero perderte. Hayas hecho lo que hayas hecho, te comprendo, y te necesito. No sabes hasta que punto." 

Me alejé llorando del Café Atlantis con la esperanza perdida y todos mis sueños rotos, como rota estaba ya la vida para mi. 

Era tiempo de verano, pero el invierno se había instalado de nuevo en mi. 
La vida era una continua sombra en la que no se podía confiar. Todo tendía a salir mal.

Una vez en mi habitación de la pensión, puse la radio y allí me enteré de todo. Estaba preso en Carabanchel, e iban a hacerle un juicio sumarísimo. Eran tiempos difíciles pues se estaba gestando la transición política, y nuevos aires de libertad llegaban a la sociedad, sin embargo había quienes no querían perder sus cuotas de poder mantenidas durante cuarenta años, otros recién regresados a la pugna política buscaban venganza y resarcirse de alguna forma, y en esa lucha de poderes utilizaban cualquier noticia para amedrentarse unos a otros y repartirse el poder. Eso lo sabía yo, pues en la pensión, un periodista retirado me había informado al respecto, sin embargo yo tenía fe en la buena disposición del futuro gobierno. Un hombre, Adolfo Suarez se proyectaba como el adalid y forjador de la nueva España, un país donde todo iba a ser perdonado, e íbamos a poder convivir en paz. Yo quería creer eso, y pensé que Alejandro debía formar parte de esa nueva sociedad.
Todavía estaba en rigor la pena capital para delitos de sangre y de terrorismo. Recordé el otoño anterior con los últimos fusilamientos del franquismo y sentí mi cuerpo desfallecer. Pues fui consciente de que tal vez me había enamorado de un criminal. 
Con una turbadora sensación de angustia me dormí esa noche rogando a Dios porque al despertar todo hubiera sido un mal sueño. 

Pasé aquel verano en un estado de perpleja incertidumbre. 
Ya no había más noticias de Alejandro, ni siquiera el viejo periodista podía darme información. 
Me dejaba caer por el Café para preguntarte al dueño, pero tampoco sabía nada. 
Indagué entre los escritores asiduos al Café si sabían alguna nueva noticia y tampoco saqué nada. 

Y así fue como caí de nuevo en la apatía y en la depresión. 
Apenas comía, y me sentía como un tronco a la deriva. 
No dejaba de pensar en Alejandro y en qué habría sido de él. 
Por las noches tenía sueños confusos y muy angustiosos, donde la figura de Antonio Machado aparecía en su lecho de muerte con una carta de Guiomar entre sus manos. 
Me despertaba agitada y presa del pánico. 
Y así seguía todo el día en un estado de angustiosa incertidumbre hasta que una tarde de otoño... 

Venía yo de visitar a mi amiga Marta que quería enseñarme a su nieto, había ido a tomar café a su casa, pensé que me vendría bien charlar con alguien. Fue cuando le hablé de mi amistad con Alejandro Rubianes, cuando su marido que trabajaba en la cadena SER, abrió los ojos como platos al escuchar ese nombre. 
- ¿Rubianes, el escritor? Va a ser condenado a cadena perpetua. 
Se le hará un consejo de guerra en octubre , pero tal y como está el patio, con la que se está organizando y la gente tomando las calles, todo puede pasar. Es una pena que un hombre con tanto talento y prestigio se metiera en eso. Lo de su novia le trastocó la cabeza. Eso dicen. Anduvo en cosas extrañas. Tal vez no debió regresar a España . Lo tenían en la lista negra. Un hombre complicado. Dicen por ahí que lo están usando como maniobra política para presionar a la nueva hornada. 
Tragué saliva 
Y sin decir una palabra más me despedí.
Me encaminé hacia el Café Atlantis esperando una señal, algo a lo que aferrarme. 

Y fue cuando llegó... 

Nada más entrar el dueño del Café me llevó aparte y me entregó un sobre 
- Es para usted, de parte de él... 
Me tembló todo el cuerpo, fui a nuestro rincón y abrí aquella carta ¡Santo Cielo! 
¡Su letra! 

Con la caligrafía más bella que yo jamás había leído fui leyendo la primera carta de mi querido amigo.

"Querida Irene, espero que cuando recibas esta misiva te encuentres bien. Espero que sepas disculpar esta larga ausencia de nuestros encuentros poéticos. Ha sido contra mi voluntad. Supongo que ya te habrás enterado. Me detuvieron y llevo tres meses preso. Aunque la cárcel no es un lugar extraño para mí, no deja de ser angustioso. Antes que nada quiero que sepas que soy completamente inocente de lo que se me acusa y jamás he derramado una gota de sangre; bien es cierto que tuve amistad con varios agentes de la KGB, pero jamás trabajé para ellos. Ya 
sabes que la gente siempre está dispuesta a creer lo peor de uno. 
Mi vida ha sido complicada, más de lo que te confesé, pero ya te dije que supe pararme en seco antes de perpetrar el primer golpe, lo que me llevó a ser amenazado por mis compañeros, eso ya lo sabes. Yo no tuve nada que ver en el atentado de Barcelona, ya había abandonado la organización por aquellas fechas, y planeaba mi huida a Madrid. Jamás he cometido un delito de sangre, eso te lo juro por la memoria de mi madre que era lo que más amaba en este mundo. Es cierto que recopilé información y me encargué del aprovisionamiento de armas, 
pero jamás usé ninguna. Fui completamente sincero contigo, eso es lo que más me preocupa, no lo que crean los demás de mi, sino lo que pienses tú. Debes creer en mi para que yo pueda soportar este calvario. ¡Oh querida!, eres mi única amiga, mi confidente, mi alma gemela. Mi todo. Lo supe en cuanto te vi, ¿recuerdas? Y sé que a ti te sucede lo mismo. Sabes que son tiempos extraños y que los grupos de poder usan cualquier noticia para acomodarla a sus intereses. Me he librado de la 
pena capital de milagro. Desde los últimos fusilamientos del año pasado la presión internacional ha hecho mella. Pero quieren mandarle un mensaje a los grupos opositores y usan cualquier noticia para hacerlo, ahora me ha tocado a mí, y sé que buscan la perpetua para que sirva de escarmiento. No me importa gran cosa, yo ya perdí muchas veces, pero que me priven de tu presencia, es un castigo peor que la muerte. Y es que no sabes como te añoro a ti y a nuestras reuniones en nuestro Café, al 
maravilloso ser que descubrí en ti y lamento profundamente no haberte podido revelar mi identidad antes. Pero el CESID me tenía vigilado hacía tiempo y yo solo quería pasar desapercibido hasta que se despejara el horizonte. Fue un estúpido al pensar que en la nueva España todo iba a ser perdonado e íbamos a 
mirar adelante y a convivir pacíficamente. Los viejos cuervos no quieren soltar su trozo y harán lo que sea. 
Yo me encuentro muy cansado y lo único que desearía es que digan lo que digan, tú me creas a mí. Porque solo así podré soportarlo todo. Es extraño que nunca te haya hablado de amor, pero tanto tú como yo sabemos que ha estado ahí desde que nos conocimos. Espero que no me olvides nunca, y me haría inmensamente feliz recibir una carta tuya. Eres mi Guiomar del alma y yo tu viejo y enamorado poeta. 

Siempre tuyo Alejandro"

Sostuve su carta sobre mi corazón durante largo tiempo. 
El dueño del café me estaba observando. 
Después de un largo instante salí a la calle. 
Ya estaba más tranquila, pues él no me había engañado. Y yo le creía firmemente. 
Por primera vez me había hablado de amor. 
Aquella noche releí sus poemas en una edición que había comprado recientemente y me impregné de su espíritu y de todo su universo. 

Le escribí una larga carta mostrándole mis sentimientos, como él había hecho conmigo y rogándole para que tuviera paciencia y no perdiera la esperanza. 
Seguimos nuestra relación de forma epistolar, nos escribíamos dos cartas a la semana, y ahí, al igual que en la Atlantis nos lo contábamos todo.
En una de sus cartas me propuso encontrarnos en sueños, donde podríamos estar juntos como dos adolescentes. Yo acepté maravillada, y sorprendida de que un hombre en su situación pudiera ser capaz de sentir un amor tan grande y verdadero y expresarlo de una forma tan mágica. 
Esa misma noche invoqué su recuerdo tumbada en mi viejo camastro. 
La luna de otoño se asomaba por la ventana. 
Sentí la presencia de las musas y los ojos de él buscándome entre la niebla... 

Alejandro, Alejandro.. 

Y él acudió entre nubes de ensueño... 
Mucho más joven, pero con la misma aura magnética. 
Me dejé llevar por aquella fuerza poderosa e intangible.
De su mano vagué por parajes desconocidos de otro tiempo, en otro lugar, recordando las cosas que habíamos hablado en el Café Atlantis. 

Y fuimos Antonio Machado y Guiomar en aquellos días de romance y poesía. 
En ese otro mundo nada podía separarnos. 
Éramos poetas y podíamos ir adonde quisiéramos... 
Me miraba con sus profundos ojos, y el tiempo se detenía. 
Todo era belleza alrededor 
Era el espejismo de los días felices.  El bello transitar de las almas. 
No había noche, ni dolor.
Solo él, yo, y la poesía ... 

Me desperté al llegar el alba con una profunda sensación de plenitud. 

Esa misma semana me llegó otra carta de él en la que me explicaba como había sido nuestra primera cita onírica y era exactamente igual a la que yo había soñado, en todos los detalles. 
Por algún extraño resorte del destino habíamos soñado lo mismo. 
Y no solo era fantástico, sino un milagro 
Comenzamos a llamarnos de otra forma.
Yo era Guiomar; 
El era Antonio...
Y en nuestras citas de ensueño adquiriamos la forma de tan ilustres personajes en su momento más romántico. 

Puede que resulte extraño para el lector comprender esto, pero lo cierto es que en nuestras ensoñaciones dejamos de ser nosotros mismos, para vivir como Antonio Machado y Guiomar, y no solo fue maravilloso sino una completa renovación interior. 
Estábamos más vivos que nunca 
Y ni para él la cárcel, y ni para mí la pensión, fueron ningún obstáculo. 
Pues teníamos nuestro "mundo de cristal" y de ahí no podrían sacarnos jamás. 
Poco a poco yo también me convertí en una ermitaña. 
Dejé de salir a la calle, más que a lo preciso. 
Pues solo vivía para mis citas oníricas con Alejandro.. 
Sabía que a él le sucedía lo mismo, pues en cada carta me daba todos los detalles. 
Y así fue como amé a dos hombres en uno solo, Antonio y Alejandro.
Y a él le sucedió igual 
Todas las noches recorríamos los lugares comunes del viejo Madrid de la Belle Epoque. 
Él me tomaba del brazo y a sus amistades me presentaba como la mejor poetisa del mundo. Ellos reían. 
¡Oh, el poeta está enamorado! 
Por las tardes nos encontrábamos en el Retiro bajo los sauces llorones y allí me recitaba sus poemas de amor. 
Por las noches me llevaba al Teatro y a la Ópera, y también al cabaret donde escuchábamos a Raquel Meller cantar "La violetera" 
Eso siempre me recordaba algo... 

Y poco a poco el mundo real dejó de ser real, pues todas las cosas, así como las gentes y las situaciones de la vida cotidiana adquirieron una vaguedad e inconsistencia que fue haciéndose más acusada. 
Y el mundo onírico pasó a ser completamente real, con un poder y magnitud absolutos. 
Fue una transmutación lenta y los dos los sentíamos, pues en nuestras cartas así lo expresábamos. 
Era la magia del amor y la poesía la que había obrado el milagro acogiéndonos en aquellos mundos sutiles y fantásticos donde todo era posible. 

Éramos poetas y podíamos ir adonde quisiéramos. 


Estábamos en nuestra segunda primavera hasta que un
día... 



Epílogo 


Relato escrito por la famosa periodista y escritora 
María Ángeles Alcázar / Enero de 1982 


Los poetas nunca mueren, eso suelen decir. Lo cierto es que algo sorprendente y fantástico sucedió en la primavera de 1977. Algo tan increíble que dejó una huella imborrable en mi. 
Un hombre que conocí por casualidad me relató lo acontecido y aquí paso a relatarlo, junto con algunos hechos que ya todos conocen. 

Se acababa de firmar por decreto la Ley de Amnistía para los presos políticos de toda índole. El nuevo gobierno de Adolfo Suárez quería tender así la mano a los opositores políticos y que viejas heridas quedaran cerradas. Había que mirar hacia adelante y convivir en paz. Ya tocaba. 
Alejandro Rubianes, junto con muchos presos políticos fue declarado libre de todos sus cargos y al haberse demostrado su inocencia unas semanas antes, su puesta en libertad sería inmediata.
Cuando fueron a notificarle la buena noticia encontraron la celda vacía... ¡Que extraño! ,pensaron ¿Dónde estará? 
Lo buscaron por todas partes y no lo hallaron. 
Últimamente estaba muy raro, y parecía más mayor. 
También dijo el médico de la prisión que se encontraba enfermo, que la noche anterior le recetó un antibiótico para el catarro que padecía. 
Así que no andaría muy lejos. 
Pero en ningún lado hubo rastro de Alejandro Rubianes.
En la celda encontraron sus pertenencias intactas. Una caja con muchas cartas de una tal Guiomar.. Y un viejo libro 
"La historia de mi vida"
Nada más hallaron 
Ligero de equipaje... 
Pero, ¿y su cuerpo, dónde estaba? Nunca lo encontraron 
Fue como si se hubiera evaporado. 

Mayo, mes de promesas y flores. 
En una vieja pensión de la calle Recoletos se notificó la desaparición de una mujer de 50 años. Irene se llamaba. 
Vivía sola desde hacía tiempo, soltera y de carácter melancólico y huidizo. 
Con aspiraciones de ser escritora, apenas salía la calle. No se sabía mucho de su vida. 
En su cuarto encontraron sus pertenencias intactas, y además una caja con las cartas de un hombre que firmaba como Antonio Machado. 
Se la buscó por todas partes y no hubo rastro de ella. 

Al poco tiempo una prestigiosa editorial publicó el libro inédito de Alejandro Rubianes, que había sido encontrado en su celda y del que solo había un ejemplar 
"La historia de mi vida" 
El libro como todos sabrán fue un éxito de ventas. 
Después de mis vacaciones, la misma editorial me encargó que escribiera la biografía de Alejandro Rubianes, quien al no haber sido hallado su cuerpo, no podía darse ni por vivo ni por muerto. 
Todos sabrán que se le buscó por todas partes, incluso la Interpol investigó sin éxito. 
No dejaba de intrigarme el asunto, pues yo años atrás había conocido al hombre en cuestión cuando fui a París a hacerle una entrevista y tanto su personalidad, como su aspecto me impresionaron profundamente. Me dolió la forma en que fue usado por los políticos tras su detención, y más sabiendo que era inocente de lo que se le acusaba, pero aquella misteriosa desaparición no cuadraba con la personalidad que yo había percibido. Estaba convencida que tras aquel asunto estaba la mano del antiguo régimen y decidí investigar por mi cuenta antes de lanzarme al nuevo proyecto de escribir su biografía. 

Cierto día que estaba en la redacción del periódico recibí un anónimo.
Era muy extraño 

"Si quiere obtener información relevante sobre A. Rubianes vaya al Café Atlantis.
Un amigo"

Bueno, ¡que misterio¡ 
No soy muy impresionable, y no le di mucha importancia;
Pero pensé que no perdía nada si me acercaba a ese lugar. 
Así fue como una tarde me dejé caer por aquel viejo Café llamado Atlantis. 
Como soy una periodista de cierto renombre, el dueño del Café se me acercó nada más entrar, pensé que había sido él el autor del anónimo,y me contó una historia tan increíble y fantástica que no he tenido más remedio que contarla aquí. 
Espero que las gentes de mente abierta no me crean por loca. 
Mi reputación de mujer lúcida y práctica quedaría en entredicho si les estuviera mintiendo. 
Ya me conocen como soy. 

El hombrecillo se me acercó con aire misterioso 

- Están aquí ... - dijo el dueño del café mirando a su alrededor 
- ¿quiénes..? - pregunté intrigada 
Un leve suspiro mezclando con cierto aire de desconfianza. 
El hombre me escudriñó 
- Usted...quiere saber ...¿verdad? Ellos... 
- ¿Y quiénes son ellos? - insistí nerviosa 
- Es una historia muy larga...pero yo sé que se conocieron aquí. Eran poetas, los dos; y se amaban en silencio. Todas las tardes se reunían aquí, justo en esa mesa, junto al ventanal. Eran como los "otros.." ; ya sabe, Antonio Machado y Guiomar...Ellos eran iguales. Espíritus afines, así se llamaban entre ellos. A él se lo llevaron preso un día.. ¡oh, sí señorita! Eso ya lo sabe usted. Cosas de la política. Aunque luego dijeron que era inocente, pero los de arriba lo usaron para presionar. Siguieron  escribiéndose, lo sé, y un día... los dos desaparecieron...Como si se los hubiera tragado la niebla, pero yo sé que ahora están juntos y de vez en cuando vienen aquí a visitarme...
Tragué saliva pensando que aquel hombre o había bebido mucho o estaba loco, pero como soy escritora, también seguí escuchando. 
- No me mire así, señorita. Ellos vienen aquí. Todas las tardes a las 6. Yo, yo...tengo la facultad para verlos, a nadie se lo he dicho nunca. Con los "otros" también me pasaba, con Machado y Guiomar... también venían aquí, tal y como eran de jóvenes y se sentaban justo en aquella mesa , y charlaban de poesía y de sus cosas. Solo yo podía verlos. Ahora sucede lo mismo con estos dos, el tal Rubianes y la señorita Irene Martínez... 
Ese nombre me dejó boquiabierta, pues toda la prensa había dado la voz de alarma sobre su misteriosa desaparición, justo el mismo día que desapareció Alejandro. Ignoraba que hubiera ningún tipo de conexión entre los dos. 

Dejé que siguiera hablando 
- Si, señorita, se pasan el tiempo cruzando mundos, así hablan ellos... Son poetas y pueden hacer lo que quieran e ir donde quieran. No están vivos ni muertos. Viven en los mundos sutiles... Yo les escucho. Ellos lo saben. Ya no les tengo miedo. Sé que son felices, porque irradian una plenitud inmensa, como si no pudieran morir nunca. Él a veces es el viejo poeta Antonio Machado y ella es Guiomar, y otras veces vuelven a ser Alejandro e Irene. 
Pueden ir a donde quieran, y traspasar todas las barreras del tiempo. Nadie más que yo puede verles. ¡Oh, señorita! dígame que me cree. Que no estoy loco. No se lo he contado a nadie... - El hombre siguió hablando, consciente de mi atención -  Todas las tardes a las 6, el reloj de pared se atrasa dos minutos, justo a la hora en que los dos se saludaban. Compruébelo usted misma. Ya falta poco. 
Miré mi reloj, quedaban unos minutos para las 6 en punto.
Me levanté de un salto, me dirigí a la pared central y miré fijamente el reloj.
Contuve la respiración.
Un, dos, tres...cuatro, cinco... 
¡Las 6 en punto! 
De pronto las manecillas del reloj como movidas por una mano invisible se ladearon hacia la izquierda atrasando el reloj en dos minutos exactamente. 
Mi corazón se aceleró 
No soy nada fantasiosa, pero aquella historia ya se salía de lo normal. 
- ¿Ve? Han sido ellos. Ahí están. Es su cita diaria ¿No los puede ver? Se van a su rincón.. ¿No huele el perfume de violetas? Es de ella... 
Me giré sorprendida y vi la mesa junto a la ventana, vacía...
- La están mirando señorita y se ríen. Dicen que vienen de regreso de la Viena imperial. Se ve que han estado de viaje. Vienen muy contentos. Ahora son Alejandro e Irene y se están besando. 
Quise recuperar el control de mis sentidos y tratar de serenarme. Sin duda aquel hombre me estaba arrastrando a su paranoia particular. 
Decidí salir de allí.
Cuando iba a cruzar la puerta me detuvo una voz de hombre cálida y sensual que fue como una caricia a mis sentidos. 
Yo había escuchado aquella voz antes... Paris, 1963. 
Cuando le hice la entrevista para Radio Nacional, era la voz del prestigioso escritor Alejandro Rubianes : 
"- Quien quiera hablar de la poesía sin haberla conocido a usted tiene una idea equivocada" 

Me giré espantada y no vi más que al hombrecillo del Café. 
Salí de allí tan rápido como pude, mientras a mis espaldas la vieja melodía de "La violetera" anunciaba la llegada de otra primavera. 
Una frase llegó a mis oídos desde algún lugar desconocido y se grabó en mi alma para siempre :

"Dicen que son poetas, pueden ir adonde quieran" 


FINAL 


AUTORA 
YOLANDA GARCÍA VÁZQUEZ 
Idea original, edición, prólogo, historia principal, epílogo y creación del libro pdf 


En colaboración con 

NORMA MARTÍNEZ 
ALDO CORTÉS VÁSQUEZ 
SANDRA COSTILLA 
CELY VARGAS 
DANIEL NAVARRETE 
MARIA ANGELICA GUADALMUD 
CRIS DA RE 
FLOR MORENO MORALES 

Derechos reservados Marzo 2019 

Yolanda García Vázquez 
Dueña, creadora y titular del grupo 
Organizadora del reto y editora del libro pdf 

















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